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HAN PASADO CASI CUATRO DÉCADAS.....

La Farmacia Lachén fue fundada en 1976 por Sussi Lachén, con el flamante título de Liciencida en Farmacia por la Universidad de Navarra debajo del brazo (Foto 1).

Foto 1: Sussi Lachén con su padre Joaquín en la recién inaugurada Farmacia Lachén

En la foto 2 con su primer nieto Edgar.

Foto 2: Joaquín con el pequeño Edgar

En todo este proceso, le acompañó su padre Joaquín Lachén Plaza (Foto 3), que había estado trabajando como ayudante en la Farmacia Sesé de Barbastro durante muchos años.

Foto 3: Joaquín Lachén en la antigua farmacia de la calle Saint Gaudens

La Farmacia fue abierta en la calle Saint Gaudens 29, en un barrio de nueva creación que en esos años tenía muy poca población pero que poco a poco fue creciendo hasta convertirse en el la zona urbana más moderna y vital.

 

Posteriormente se incorporó al equipo Quino Lachén, hermano de Sussi, quien potenció el área de formulación magistral y análisis clínicos.

Con el paso de los años, y fruto de crecimiento demográfico y de las necesidades de expansión de la empresa, nos trasladamos a la Avenida del Cinca número 23, con la incorporación de Edgar Abarca Lachén (Foto 4).

Foto 4: Edgar con su abuelo ya incorporado al equipo de la farmacia

 

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  VIAJE EN EL TIEMPO JUNTO A MI ABUELO: DE LA BOTICA A LA OFICINA DE FARMACIA

Por Edgar Abarca Lachén

Artículo El Cruzado Aragonés. Extra de Fiestas. Septiembre 2011

Mi abuelo ha sido testigo de excepción de la transformación más importante sufrida en la historia de la farmacia y la medicina de los últimos cien años. Junto a él, a través del prisma de sus vivencias y de su trabajo, a pesar de la nebulosa insalvable por el desgaste de la memoria del protagonista, les invito a un viaje a través del tiempo, una inmersión en el transcurso y el devenir de la farmacia por las calles de Barbastro.

Antecedentes históricos: la revolución farmacológica del siglo XIX
A principios del siglo XIX, la población europea sufría las secuelas de enfermedades mortales como el cólera, el tétanos o la rabia. La terapéutica de la época, basada en la mera aplicación en humanos de los resultados obtenidos en animales de experimentación, avanzó gracias a los estudios de los fisiólogos franceses Claude Bernard y François Magendie. Con el objetivo de aislar los principios activos y estudiar sus efectos en función de su composición química, nacieron disciplinas fundamentales como la farmacología experimental o la toxicología.
Posteriormente, el investigador alemán Paul Ehrlich, dio un paso más allá en la síntesis química de medicamentos, con la creación de compuestos capaces de destruir selectivamente el origen de la enfermedad. A esto hay que añadir el desarrollo paralelo de la microbiología, encabezada por Pasteur y Jener en la investigación de las vacunas.
Muchas de las sustancias con actividad farmacológica descubiertas en ese período las realizaron farmacéuticos, conocedores como nadie de los remedios vegetales tradicionales y de los últimos avances químicos. Caben destacar la morfina, quinina, cocaína o digitalina. Otras como el yodo, cloro o flúor, fueron claves para la fabricación de productos tan diversos como la lejía, los anestésicos o los antisépticos.
Digno de mención es el hecho acaecido en 1886, cuando el farmacéutico americano John Pemberton, formuló un tónico para el dolor de cabeza a base de cocaína. Lo llamó Coca-Cola.
A finales de siglo, ya se disponía de un arsenal terapéutico cimentado sobre todo en el perfeccionamiento de los anestésicos como el óxido nitroso y analgésicos como la Aspirina, comercializada desde 1900 por los laboratorios Bayer y siendo a día de hoy, el medicamento más utilizado en la historia de Humanidad.

Principios del siglo XX
Joaquín Lachén Panzano, guardia civil y oriundo de Abiego, conoció a la jovencísima Carmen Plaza Sanmartín en la fonda Plaza de Castejón de Sos, negocio familiar donde la chica echaba una mano. Recién casados, vivieron una breve temporada en Coscojuela de Sobrarbe hasta el nacimiento de su primera hija Carmen, en 1920. Posteriormente, se trasladaron a la casa cuartel de Estadilla donde nacería mi abuelo, un frío 19 de enero de 1922.
Para entonces, acontecen una serie de hechos determinantes en la historia de la medicina. Por una parte, en la Primera Guerra Mundial se da inicio a la elaboración de vacunas con fines profilácticos para combatir el tétanos y la difteria. Además, en sus investigaciones con derivados arsenicales, Ehrlich anuncia en 1919 el descubrimiento del Salvarsan, suponiendo un avance histórico en el freno de la sífilis, una de las mayores lacras de aquellos tiempos.
En 1928, Alexander Fleming descubre la penicilina y siete años más tarde, Gerhard Domagk sintetiza la primera sulfamida, llamada comercialmente Prontosil, siendo ambos antibióticos imprescindibles en la Segunda Guerra Mundial. Se produjeron a gran escala y se salvaron millones de vidas, cambiando drástica y definitivamente el abordaje de las enfermedades infecciosas.

Años 30: de la fórmula magistral al medicamento comercial
En los años 30 nace la idea del Estado como garante de protección social frente a la enfermedad y de todos los mecanismos de promoción de educación sanitaria y organización de aquellos servicios que asegurasen al individuo su plena salud.
A partir de pequeñas boticas y drugstores, y bajo la necesidad imperiosa de fabricación de medicamentos en grandes cantidades, se conforma la futura industria farmacéutica tal y como la conocemos actualmente. Las fórmulas magistrales dejan poco a poco hueco a la especialidad industrial, pasando así de la individualización a la estandarización de los tratamientos y quedando de una vez por todas, relegados los remedios secretos a "asuntos de charlatanes".
Sin embargo, el crecimiento de la industria farmacéutica fue muy dispar en los diferentes países desarrollados. En Estados Unidos, algunos ejemplos fueron Eli Lilly, farmacéutico militar cuyo gigante produce en la actualidad el Prozac o los boticarios Sharp y Dohme, que posteriormente constituirían la famosa MSD. En Inglaterra, un grupo de boticarios que inicialmente patentaron sus exitosas "tabletas comprimidas", fueron el embrión de la hoy multinacional GlaxoSmithKline.
En España, las boticas eran realmente fábricas en miniatura, preparando los medicamentos a partir de las recetas médicas y a su vez, comercializando sus propias fórmulas para muy diversas dolencias. Algunas de las farmacias más conocidas de esa época y que actualmente aún puedan ser reconocibles por los lectores, fueron las del Doctor Andreu con sus remedios contra el asma y la tos, la farmacia Joaquín Cusí, con múltiples remedios para afecciones a nivel oftálmico, la Farmacia Serra, pionera en la fabricación de extractos vegetales o la Farmacia Juanola en pleno Barrio de Gracia barcelonés, fabricante de las legendarias pastillas de regaliz.
Tanto en España como en otros países del entorno meditarráneo, el desarrollo de la industria farmacéutica no llegó nunca a poder competir con las de ámbito anglosajón. Por el contrario, el colectivo farmacéutico luchó para que el medicamento fuera competencia exclusiva de las farmacias y no también de las droguerías, adquiriendo así un sentido sanitario y no meramente comercial.

Infancia
En 1930, la familia Lachén Plaza se traslada a la casa cuartel de Barbastro. La pequeña Carmen prosigue sus estudios en las monjas, mientras que su hermano Joaquín se matricula en las Escuelas Nacionales de la Merced. La ciudad que los recibe era pobre pero alegre. La crisis internacional había afectado a todos los gremios, como la construcción, la agricultura y la propia administración, aquejada de un déficit asolador. Sin embargo, las calles estaban llenas de bares, cafés y salones de baile, y el El Coso, ya para entonces, era el punto de encuentro y de vida ciudadana.

Guerra Civil
Tras la crisis económica de los años 20, Europa se ve asolada por el hambre y la miseria. Los movimientos radicales fascistas van aumentando y la llegada de la Guerra Civil, como en el resto de España, sume a Barbastro en el caos y la violencia.
Y Joaquín y Carmen, sufren de lleno el fruto de la sinrazón y la barbarie de la guerra. Su padre es enviado a combatir en el frente de Ayerbe, donde muere afectado por una peritonitis.
Es entonces cuando su madre y hermana marchan a Barcelona y mi abuelo, huérfano y carente de recursos, pasa a trabajar como mancebo en la farmacia de Don Manuel Sesé Bitrián, con quien vive y es tratado como un hijo. Junto a Fillat, Fernández y Otto Palá, inspector farmacéutico local, constituían el gremio de boticarios de aquella época.
El Hospital de San Julián pasa a ser el Hospital de Sangre para cirugía, derivándose los pacientes de medicina al Hospital Civil instalado en el colegio San Vicente de Paúl. Tal como relatan los autores Luis Alfonso Arcarazo y María Pilar Lorén Trasobares en "Barbastro 1833-1984", las patologías más comunes atendidas eran heridas por armas de fuego propias de la guerra, cuadros respiratorios así como un alarmante número de enfermedades venéreas debidas a las casas de lenocinio, por lo que se decidió cerrarlas mientras durase el conflicto. En esos momentos, la Farmacia Sesé suministra medicinas, muchas de las cuales, son preparadas en el propio laboratorio de la farmacia. Entre otras, artículos para suministro de botiquines, como vendas, compresas y esparadrapo e ingentes cantidades de ungüentos con sulfamidas, pomadas mercuriales así como papelillos con antibióticos y analgésicos.

Un adolescente en la posguerra
En el Barbastro de la posguerra, el terror se ve especialmente acentuado debido a las peculiaridades socio-políticas que habían conformado a la ciudad antes del conflicto. Las venganzas y los rencores son caldo de cultivo de unos fusilamientos que no se hacen esperar, siendo de los más cruentos de la provincia de Huesca.
En ese Barbastro de vencedores y vencidos, de represión y vigilancia, en una ciudad que jamás volvería a ser la misma, mi abuelo pasa su adolescencia. Cuando su madre regresa, le es concedida la centralita de la telefónica situada en las "Cuatro Esquinas" de la calle San Ramón, negocio que mantendrán durante los siguientes diez años y donde los hijos tendrán que apechugar. Carmen se ocupará del turno de día, mientras que Joaquín, al trabajar en la farmacia, hace las noches, durmiendo en horas sueltas cuando puede y generando un insomnio crónico que ha padecido hasta el día de hoy.
En una España devastada por la guerra, con una situación social precaria necesitada de recursos terapéuticos, la industria farmacéutica española prosigue su expansión, naciendo algunos laboratorios como Almirall, Ferrer o Normon. La botica cambia su fisonomía, y los clásicos albarelos van compartiendo la estantería con los medicamentos industriales. También el farmacéutico necesita adaptarse a las nuevas circunstancias, pasando del arte de formular ("el quehacer con las manos") al arte de dispensar ("el quehacer con la palabra").

Años felices
Aparece el concepto de calidad de vida indisolublemente unido al de salud. Los medicamentos deben ser no sólo eficaces, sino también seguros por lo que se realizan los primeros ensayos clínicos y con ellos nace la farmacología clínica moderna.
Mediante la llamada Ley Girón de 1942, se crea el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE), que con una cobertura claramente insuficiente coexiste junto a las mutualidades laborales. En 1943 llega la estreptomicina de la mano de Abraham Waksman para el tratamiento de la tuberculosis, dolencia que en las condiciones de miseria y desnutrición de la posguerra se había cebado con la población europea, consiguiendo reducir a la mitad los índices de mortalidad.
Para Joaquín, son años inolvidables de fútbol y chicas. A día de hoy, mira al infinito recordando perfectamente a todos los compañeros del equipo de la Organización Juvenil: "Segarreta", Núñez, Puyuelo, Bosch, Arcarazo.... Junto con su amigo del alma, Miguel Garuz "El Chato", son una pareja de guaperas que llevan a las chicas de calle.
En 1944, mi abuelo comienza a cortejar a una muchacha de la Plaza del Mercado. Se llama María Jesús, y es hija de Don Anselmo Gibanel, un sastre muy conocido de la ciudad, por su fino humor y gran simpatía. Son muchas buenas tardes de domingo, yendo al cine con No-Do incluido y luego al baile en la Sociedad Mercantil. Tras tres años de noviazgo, Joaquín y María Jesús se casan y se trasladan a vivir a La Tallada. Son tiempos de mucho esfuerzo y sacrificio, de muchas horas de trabajo en la farmacia, ya regentada por Don Manuel Sesé Salinas, pero también de grandes alegrías. Allí nacerán sus cuatro hijos: Jesusita, Mamen, Quinito y Lourditas.
Una década más tarde, la aparición del grupo de los macrólidos posibilita el tratamiento de los pacientes alérgicos a la penicilina. Otro suceso fundamental fue la síntesis de cortisona en 1946 por Lewis Hastings Sarett tras un arduo trabajo que se remontaba a principios de siglo y que marcó la aparición de los antiinflamatorios y sus aplicaciones en patologías tan variadas como la artritis, lupus, asma o múltiples afecciones de la piel.
Además, la investigación hormonal empieza a dar sus primeros pasos. Se logra la síntesis de adrenalina, testosterona, preparados para la disfunción tiroidea y los análogos de insulina, suponiendo los inicios de la terapia para pacientes diabéticos. Posteriormente, Watson y Crick descubren la doble hélice del ADN y el primer corazón humano es trasplantado.

Tiempos de cambio
En el Barbastro de los 60 se atisban tiempos de cambio. Con la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963, se define como objetivo la implantación de un modelo unitario e integrado de protección, pero habrá que esperar hasta 1978 para que se produzca la primera gran reforma de manera efectiva y real.
Es la época del llamado "milagro económico español". Gracias al nacimiento del polígono, incrementa el tejido industrial y el sector agrícola se mecaniza. El paisaje urbano también experimenta grandes cambios. La gran obra de canalización del río Vero supondría un antes y un después en la historia de esta ciudad, que se expandía hacia las nuevas zonas del Ensanche y San Valentín.
Es precisamente entonces cuando la familia Lachén Gibanel se traslada a los modernos y amplios pisos de la Cooperativa.
Un poco más adelante se sintetiza la píldora anticonceptiva. Son los últimos coletazos del franquismo, unos tales Beatles causan furor entre la juventud y Joaquín no ve con muy buenos ojos como su hija se echa un novio melenudo, estudiante de arquitectura que corre delante de los grises en Barcelona.

Democracia
En 1976, ACUSO exige un hospital que tendrá que esperar 8 años. El sistema de seguridad social se va perfeccionando con medidas tales como la equiparación de las bases de cotización a los salarios reales o la ampliación de los períodos necesarios para acceder a las prestaciones.
El arsenal terapéutico puesto al servicio de la sociedad es ya casi infinito. Antihipertensivos, medicación psiquiátrica, lucha contra el SIDA, anticancerosos. Joaquín ya tiene a su primera hija farmacéutica y la Farmacia Lachén está a a punto de abrir sus puertas. Pero esa ya es otra historia.

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