BARBASTRO.- Tras la agria polémica surgida a partir del error de un distribuidor de materia prima para la elaboración de medicamentos individualizados en hospitales y oficinas de farmacia en la que, al parecer, se envasó minoxidil para la caída del cabello en lugar de omeprazol para el tratamiento del reflujo gastroesofágico en bebés, el barbastrense Edgar Abarca, coordinador del Programa de Aseguramiento de la Calidad del Medicamento Individualizado, despeja las dudas acerca de los estrictos sistemas de control de calidad que este tipo de medicamentos, al igual que los fabricados industrialmente, tienen en España.
¿Tiene sentido el medicamento individualizado a día de hoy?
-Es evidente que la excepcionalidad intrínseca al ser humano hace imposible concebir un sistema sanitario que prescinda del recurso de la formulación. De lo contrario, no se dispondría de dosis o formas farmacéuticas especiales para algunos sectores de población relevantes. Por ejemplo, la población pediátrica está prácticamente huérfana en cuanto a la disponibilidad de medicamentos especialmente diseñados para ella. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad de los niños en países desarrollados, reciben medicamentos cuyas dosis están preparadas para adultos y no cuentan con autorización para ser usados en menores.
¿Qué es exactamente Pacmi?
-El Programa se Aseguramiento de la Calidad del Medicamento Individualizado (Pacmi), nace de dicha necesidad. Es un servicio pionero en España que se diseñó en el año 2010 de la mano de mi colega oscense Diego Marro. Desde la Universidad se selecciona una formulación por trimestre y se la solicita a las farmacias y servicios de farmacia, que la elaboran en sus respectivos laboratorios, de acuerdo a nuestras indicaciones y conforme a sus modos de trabajar.
Con los resultados de los análisis se generan dos tipos de informe: un informe general con los principales puntos de mejora y otro confidencial con los resultados individuales de cada elaborador incluyendo las recomendaciones personalizadas que se estimen oportunas.
¿El error del omeprazol podría haberse evitado si las farmacias afectadas hubieran estado adheridas a este programa?
-Desde luego se podría haber minimizado. He de aclarar con rotundidad que en España, el nivel de capacitación de los farmacéuticos formulistas así como las exigencias de las autoridades a los fabricantes, proveedores de materias primas así como a las farmacias y hospitales, es como no podría ser de otra manera, altísimo.
Eso garantiza que de las miles d e fórmulas que se elaboran al día en nuestro país, lo que ha ocurrido haya sido una clara excepción. Nuestra experiencia es que después de casi 20 rondas realizadas, superadas más de 1.000 muestras analizadas y más de 60 farmacias y servicios de farmacia hospitalarios adheridos al programa de toda España, Pacmi es un servicio de transferencia consolidado de la Universidad San Jorge para asegurar de manera clara la calidad de los procesos al farmacéutico formulista.
¿Hacia dónde va Pacmi?
-Junto a las profesoras Marta Uriel y Carlota Gómez, compaginamos la labor de servicio de transferencia con la investigación en este mismo terreno. El estudio de las mejoras y la optimización del desarrollo galénico del medicamento individualizado, así como los ensayos de estabilidad, son nuestras líneas principales de trabajo del grupo. En la actualidad Pacmi cuenta con una tesis doctoral, dos becarios de los últimos cursos del grado de farmacia y se han llevado a cabo numeroso proyectos fin de grado dentro de esta línea.