EL CHUTE DE MODA
Edgar Abarca Lachén
Farmacéutico
Profesor e investigador en la Universidad San Jorge
A estas alturas de la película comienzo a observar que en la farmacia es cada vez más demandado el denominado Chute Rociíto. Se administra en dos dosis a la semana y me comentan los pacientes que el viaje mola mucho. El único inconveniente es que la pastilla es bastante grande y cuesta tragarla, pero que con algo de paciencia el borrado mental es completo y que el riesgo de ahogo sin duda vale la pena.
Frente a la manipulación de unos cuantos indeseables que sólo buscan liar a la gente de buena fe, corren rumores de que la Agencia Española del Medicamento lo quiere aprobar cuanto antes y que en este caso farmacovigilancia va a ser algo más permisiva. Fijo que va a ser un puntazo.
Con toda seguridad, se administrará con mayor rapidez que la vacuna. Es más, parece ser que estudios muy serios de una revista del corazón de alto impacto, publican datos esperanzadores: se puede llegar a la amnesia total a mitad del tratamiento y a la felicidad plena con las últimas pastillas por lo que si nada falla, es casi seguro que entren con receta médica. Por fin después de un año sin Epis, sin demasiado apoyo público, las boticas nos vamos a forrar.
Y es que ya basta de tanta infoxicación que tanto daño y líos está causando. Admitamos que la pandemia ha tenido un claro liderazgo político y que nuestras señorías se han ocupado en cuerpo y alma de sacarnos del atolladero. Que han dejado de lado sus intereses partidistas y las tentaciones polarizadoras de izquierdas o derechas para verdaderamente echarnos una mano. Jamás nos han abandonado.
Con el Chute Rociíto por fin el Gobierno va a demostrar que la fritura de impuestos para despilfarros tiene mucho sentido. Basta ya de medias verdades. Definitivamente se va a evidenciar que si la media europea en inversión en I+D es del 2.2 % y los yanquis casi destinan el 3%, nosotros con el 1.24% hacemos virguerías. Chúpate esa Merkel.
Esta tierra es la del buen rollo; eso del esfuerzo no mola y nuestra educación da la bienvenida a tutiplén. Somos modernos y cambiamos los criterios con la alegría propia de un país que sólo quiere que venga el solecito y no nos hablen de demasiados esfuerzos. Las excelencias son para las élites. Por ello dejamos pasar de curso con asignaturas pendientes y tenemos un buen de número de universitarios con carné de indocumentados.
El Chute Rociíto nos ha demostrado que sin ciencia, que por cierto no te da para media caña, también puedes ganar pasta sin pegar palo al agua. Esos médicos, enfermeros, farmacéuticos y científicos que se tienen que ir a otros países en busca de estabilidad huyendo de los contratos de meses e incluso días son unos pringaos.
Que se lo digan a un tal Pau Brugarolas que me apareció por Instagram; un ingeniero al que no le molaba la fiestuki porque prefirió hacer no se qué movidas con el sistema de guiado del robot que ha estado en Marte. Un friki. O a los carcamales de Mariano Esteban, Luis Enjuanes y Vicente Larraga, unos jubiletas que con el tostón de la pandemia volvieron al laboratorio acompañados de sus becarios mileuristas para sacar adelante las vacunas y competir con las grandes. Davids contra muchos Goliats.
De hecho, Esteban la tenía desde hace meses pero el Gobierno prefirió inyectar pasta en el Chute de moda y no había 300.000 pavos para probar con monos, que al parecer estaban en China. ¡Ay este mundo global dependiente de unos pocos!. Estos chinos que trabajan el triple que nosotros, que nos quitan los guantes, las mascarillas y ahora los monos. Lo último que nos faltaba es que se nos atasque el Canal de Suez.
La pastilla de moda nos hace ver lo que los pájaros de mal agüero de siempre no tienen ni puñetera idea cuando dicen que estamos a dos velas. A mucha honra tenemos 11 kilos para nuestras cositas de la Memoria Democrática, y que eso del archivo de Fernando de Castro, una de las joyas de la ciencia española criando polvo con piezas inéditas de Ramón y Cajal, Río Ortega o Achúcarro mejor que nos lo compren Francia e Inglaterra. Con lo que saquemos seguiremos avanzando para que el Chute sea adaptado a bebés, niños e incluso para el gotero eutanásico. A por la anestesia social.
Además mamá Europa nos protege. ¿Qué podría ir mal?. Como se ha demostrado, somos mazo solidarios y un ejemplo de eficiencia. Ya lo demostramos con la provisión de mascarillas y gel hidroalcohólico y con las vacunas nos hemos salido. Francia y Alemania fueron los primeros en apañárselas con AstraZeneca en un trapicheo por su cuenta que bautizaron como Alianza Inclusiva, y mientras que la FDA americana aprobó los ensayos de Pfizer en tres semanas nuestra Agencia Europea, en ese tradicional gesto de cogérsela con papel de fumar, tardó tres meses.
Si Europa, esa que no sabe comprar y apenas fabricar. Los gigantes Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson son todos americanos y no precisamente por casualidad. Estados Unidos promueve la investigación, la competitividad y la transferencia. Menos mal que Europa sigue flipando para ir de vacaciones aunque no tenga buen rollo con su ex Vaxzevria, bueno, AstraZeneca para los colegas.
Nos pusieron los cuernos y estamos encabronados. Qué más nos da que la Agencia Europea diga una cosa y mañana la contraria si lo que se ha visto realmente eficiente es que sea la comunidad autónoma de turno e incluso la de vecinos o la de regantes quienes decidan que sea para mayores de 60 y no para medio pensionistas. Su administración genera un riesgo de trombosis del 0.0004%, unas 100 veces menos que la toma de la pastilla anticonceptiva o 400 menos que fumar.
Pero eso es lo que importa y no su dichoso 70% de eficacia. Y es que el Chute Rociíto nos ayuda a olvidar las advertencias de cenizos como el grupo de expertos de Farmakoteralia en su reciente publicación: la falta de seguridad, eficacia y manejo de un gran número de medicamentos tradicionales que nos tomamos a diario como quien toma Lacasitos, de los que no leemos prospecto alguno y que entre otras consecuencias, generan siete veces más muertes que las causadas por accidentes de tráfico en el mundo desarrollado. Ya me callo. Voy a por mi Chute.
En memoria del doctor Josep Baselga, a quien tanto le debemos.