Artículo de opinión de nuestro farmacéutico Edgar Abarca Lachén en El Cruzado Aragonés. 20 de noviembre 2020
GRANDES (DES)ESPERANZAS
“Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo….y por los mismos motivos”
George Bernard Shaw
Un descojonado Pedro Duque nos ha comunicado que nuestro país ya tiene un candidato a vacuna “la semana que viene”. El ministro de Ciencia e Innovación ya nos vendió lo mismo para abril o para septiembre o para principios del año que viene. Qué más da que da lo mismo.
No imagino a John Glenn o Neil Armstrong haciendo previsiones a ojímetro en cuestiones de ciencia. Seguro que todos recordamos en Apolo XIII los cálculos milimétricos de Jim Lovell para reentrar en la Tierra. Y es que la precisión, el rigor y la serenidad son factores determinantes para salvar vidas.
Nunca la ciencia había estado tan preparada. Conviene recordar que la vacuna de la polio tardó 50 años en llegar. Los avances de Pfizer y sobre todo de los emigrantes turcos Ugur Sahin y Öslem Türeci, fundadores de una historia de amor llamada BioNTech, así como los trabajos de GSK-Sanofi y Zendal, aseguran vacunas eficaces que podrían ser la solución para inmunizarnos a corto plazo.
Y como no podría ser de otro modo, a nuestro astronauta y su banda les ha faltado tiempo para administrarnos su dosis de grandes (des)esperanzas: “si todo va bien empezaremos el proceso de vacunación en enero”.
Los ciudadanos necesitamos algo más que un mensaje navideño barato, con permiso de Dickens. Aunque el final de esta enorme chapuza esté cada vez más cerca, merecemos saber que los datos preclínicos intermedios corresponden a la fase III, paso anterior a la aprobación de la vacuna y que están pendientes de evaluación por parte de la Agencia Europea del Medicamento.
Seamos prudentes y evitemos el ruido de la propaganda. Al parecer la vacuna está mostrando un aumento de los niveles de anticuerpos, algo por cierto muy esperanzador, pese a que todavía desconocemos entre otros aspectos, datos de eficacia en ancianos.
A veces la ciencia y sus magnates también tienen su lado oscuro. Seguimos ignorando qué eso del Sputnik V y su mercadeo con Oriente Medio o las milagrosas vacunas chinas cuyo gobierno ya presta dinero a toda América Latina para su administración masiva. Tampoco la fórmula Biden-Pfizer o el sorpaso de última hora de Moderna son producto de la casualidad. Que se lo pregunten a los de Wall Street. Nauseabundo.
Hace no mucho, tuvimos la oportunidad de vivir un mundo extraordinario, más capacitado que nunca para avanzar, compartir y ser generosos. Mis padres, muchos padres, lucharon por un cambio, por pasar página hacia la modernidad y trabajaron por una sociedad menos casposa que ofrecer a sus nietos.
Pero un planeta que reparte vacunas a unos y no a otros, quizás a todos pero diferentes, dependiendo de donde vengas o incluso quien seas con la connivencia de sus gobernantes, no dice nada bueno de los retos que tenemos por delante. Entre otros, urge repensar nuestras actuaciones con el medio ambiente y las consecuentes zoonosis. Y ante todo, necesitaremos verdaderos líderes que vean más allá de sus narices, o lo que es lo mismo, de sus próximas elecciones.